Aquel día mientras participaba del directorio ejecutivo me resultaba casi una costumbre ver
como la sociedad se convierte en un lugar donde la ambición plagada de
poder puede castigar con indiferencia a los que mas necesitan y muchas veces no es falta de recurso, sino de verdadera disposición para hacer las cosas bien.
Cargada con los temas del día a día era importante contar con un soporte emocional, alguien que pueda escucharme y
darme ánimos para seguir adelante, alguien con quien pueda
quebrarme sin ser juzgada, que sus palabras sean un elemento
motivacional en mi vida, que a pesar de mis particulares defectos,
podía sentirme protegida,esa sensación de seguridad que solo puede darte alguien en quien confías.
Así pasaron unas
cuantas semanas, el gato como siempre solía visitarme en la oficina para
llevarme a casa, siempre con sus detalles que de forma disimulada estaban calando mi
ser, buscando posicionarte en alguna parte de mi corazón, sin embargo
siempre una parte de mí era cauteloso, por ello no lograba soltar todos mis sentimientos.
Mientras estábamos camino
a mi casa por el malecón, se detuvo ... el sabía que me encantaba
ver las estrellas y el mar de noche así que me pidió bajar a caminar con
el, como para distraer mi mente...
de pronto tomó mis manos y con una voz temblorosa se me declaró, en ese momento me
sentí vulnerable, mi mente se nublo había una lucha interna, miedo de perder ese lazo tan bello llamado amistad, tener una relación es diferente...pero por otro lado quería explorar...porque no darle una oportunidad a quien había mostrado comprensión, cariño, alguien que entendía a la perfección y que al parecer se preocupaba por mi bienestar...